La historia de un niño fantástico que no tuvo visa para ir a la NASA
30 marzo 2018
Omar García
Guadalajara, Jalisco.- José Martín Navarro está a punto
de cumplir 14 años y es un chico fantástico. Fue ganador del premio estatal de
matemáticas en 2017, en Jalisco (México). En sus ratos libres escribe letras de
rap y planta guayabas, guasanas, duraznos y frijoles en su patio, porque en las
plantas ha encontrado su futuro: quiere estudiar herbolaria. Un pequeño detalle
sobre él: Pepe es ciego.
En mayo de 2004, cuando su mamá lo trajo al mundo, los
médicos diagnosticaron que el niño tenía hidrocefalia. Se equivocaron en el
diagnóstico y en el error llevaron la penitencia. Una mala praxis ocasionó que
le vertieran un líquido en los ojos. El producto le quemó totalmente la retina
derecha. Y con su ojo izquierdo ahora solo ve sombras.
Aunque para su madre, Cuquita, la noticia le duró tres
años de malos ratos, estrés y problemas económicos; Pepe es un chico que habla
feliz y entusiasmado por las matemáticas. Eso sí, dice que le gusta por igual
el rap y la herbolaria.
Este pequeño está a punto de terminar la primaria. Vive
en una casa modesta en la popular colonia Miravalle, en Guadalajara. Cuando
resultó ganador del premio estatal, le dijeron en la Secretaría de Educación
que lo llevarían a la NASA, en Houston.
El problema es que, en diciembre pasado, el gobierno de
Estados Unidos le negó la visa porque su familia no acreditó tener suficientes
recursos para volver. Pero eso es un problema de los adultos que los niños no
entienden. Y por dos meses, Pepe no quiso salir de su cuarto ni volver a
participar en un concurso de matemáticas.
“Hicimos el trámite, pagamos para ver si nos daban la
visa. Invertimos los ahorros en eso, porque queríamos llevar al niño. Pero nos
negaron la visa y lo peor es que el niño terminó deprimido. Y da coraje, porque
nos quedamos sin dinero: ni para la Navidad ni para la NASA” dice su padre,
Rafael Martín.
Va por todo
Pepe sonríe a cada pregunta que se le hace. Trata de
explicar que, en el mundo de las sombras, los números son la luz que le pueden
dar un camino a seguir. Su futuro está dentro de él, no afuera, donde la
burocracia le pintó una frontera imaginaria.
Quiere estudiar herbolaría porque “en los libros que
tenemos, lo que vimos es que los indígenas mexicanos usaban las plantas para
curar todo. Cuando la ciencia no existía como ahorita, ellos ya sabían qué
hacer”.
El pasado 14 de marzo volvió a las canchas. Concursó de
nuevo en la olimpiada del conocimiento. Aprendió que el mundo es difícil, sobre
todo para los que no entienden que los sueños no dependen de un papel.
publicidad
publicidad
Post a Comment